Los vestigios más antiguos de la presencia humana en la Región de Murcia parecen remontarse más de un millón y medio de años. De ellos nos han llegado tan sólo algunos restos de sílex retocados a modo de herramientas. Aunque existen restos que atestiguan la presencia del hombre de Neanderthal, Cromagnon y de la cultura del Neolítico, es en plena Edad del Hierro cuando la población de este territorio muestra un alto grado de evolución. Bajo el período ibérico se registra un importante desarrollo agrícola y pecuario, así como una intensa actividad comercial, que han dejado numerosos testimonios expuestos en varios museos de la región.

Hasta la llegada de los romanos, los pobladores del Valle del Segura se habían establecido siempre en zonas elevadas de la sierra, puesto que la vega estaba cuajada de almarjales que hacían muy difícil el asentamiento humano. Los romanos adecuaron caminos y crearon infraestructuras en todo el territorio, posibilitando también la ocupación de algunas zonas a orillas del Segura: aparece ya una villa en el fondo del valle denominada Murus Thader, germen de la futura ciudad de Murcia. Hay que decir que, hasta entonces y también bajo el Imperio Romano, era Cartagena la ciudad más importante de la región.

Realmente, el crecimiento y desarrollo de la capital no se daría hasta la llegada de los árabes en el siglo VIII, quienes encauzaron y regularon las aguas del Segura hasta convertir el valle en la fértil huerta que hoy conocemos. Murcia (la Mursiya de los árabes) creció de forma espectacular, se amuralló y en ella brotaron mezquitas y palacios de singular importancia; muchos la calificaron como la ciudad más hermosa de Al-Andalus después de Sevilla y llegó a convertirse en capital de un floreciente e importantísimo reino.

En el siglo XIII fue arrebatada a los árabes por Alfonso X el Sabio, quien la entregó a Jaime I el Conquistador. Bajo la Corona de Castilla el Reino de Murcia mantuvo sus antiguas fronteras, que abarcaban las actuales provincias de Murcia y Albacete completas, y parte de las de Alicante, Granada y Almería. Los siglos XVII y XVIII, gracias a la floreciente industria de la seda, fueron para Murcia una nueva época dorada que la colmó de monumentos y riquezas que hoy constituyen su principal patrimonio histórico.

La pérdida de territorios y de muchos de sus privilegios como territorio independiente en tiempos posteriores, puso en pié de guerra a los murcianos en diversas ocasiones; la más sonada tuvo lugar a finales del siglo XIX, con el Alzamiento Cantonal que dirigieron Antonete Gálvez y Roque Barcia en contra del poder central de la nación española, y queriendo que la Región de Murcia y su terreno histórico no formase parte del estado español. Murcia fue país en un breve periodo de tiempo en 1.888.

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